Con la guardia en alto

30/06/10

Alejandro David Peralta disfrutaba a pleno de su pasión. Tras jugar en Ferro, Banfield, Estudiantes de La Plata, Platense, Tiro Federal y Estudiantes de Buenos Aires, con pasos en el fútbol boliviano y ecuatoriano, aportaba toda su experiencia y su capacidad en la defensa de Español. Lo hacía como siempre, entregándose en cada entrenamiento y en cada partido, hasta que una desagradable sorpresa le puso freno a su carrera. Una afección cardíaca le dio un susto grande y lo obligó a colgar los botines profesionalmente, pero no doblegó su espíritu de lucha y hoy replantea su futuro dentro de un ambiente que conoce y que le mostró pleno respaldo en un trance difícil.

-Esto nos sorprendió a todos. A mí y a quienes me rodean. Jugador de fútbol, sano, con los controles habituales… que te pase algo así… pero en octubre pasado, una madrugada, me sucedió esto. Tuve convulsiones, que yo en ese momento ni me enteré. Mi esposa, obviamente muy asustada, llamó a la ambulancia. Reaccioné y cuando llegó la ambulancia me llenaron de preguntas, que respondí normalmente, como si nada hubiera pasado, aunque me sentía muy cansado. Bueno, me llevaron a una clínica de San Justo y después al Sanatorio Mitre, donde estuvieron durante una semana haciéndome estudios que no arrojaron nada. Recién a la semana, en una resonancia cardíaca, salió algo, una miocarditis, una inflamación del músculo y las membranas del corazón. En total pasé dieciocho días internado y después en reposo para esperar que se desinflamara la zona y volver a hacer estudios, porque lo que me había pasado no era una pavada, sino algo serio. Con tantos casos que se produjeron en otros países, de muerte súbita por ejemplo, querían determinar si podía seguir jugando o no. En definitiva, el 7 de enero de 2010 me hicieron otra resonancia y dio bien. Y el 13 de enero, en un estudio más complejo, saltó una arritmia y el médico decidió que saliera del Hospital Italiano únicamente con un cardiodesfibrilador. Es un aparato caro, pero gracias a Dios la Obra Social de Agremiados lo consiguió enseguida. Es una operación. Te colocan el dispositivo en el pecho, arriba del corazón, y si surge algo, el aparato actúa para corregir el problema. La verdad, en el lapso que fue entre el inicio del problema y el turno para estos últimos estudios, yo iba a Español y si bien no entrenaba, me cambiaba, pateaba un poco, corría. No tomé conciencia, me costaba estar quieto, me sentía bien. Recién el 13 de enero supe que no podría jugar más.

-¿El problema surgió de golpe o había estado latente y lo desconocías?

-No sé cuándo apareció esta arritmia. En todos los clubes donde estuve me hicieron estudios del corazón y nunca hubo problemas. Tampoco tengo familiares directos con problemas cardíacos, pero bueno, ya está. El médico me dijo que puedo hacer una vida normal, hasta jugar algún picado, pero no tener la actividad de la alta competencia. Me sucedió a los 36 años, ya con una carrera hecha en el fútbol. Si bien me sentía en buen nivel, sabía que a corto plazo iba a dejar de jugar. Le doy gracias a Dios porque puedo contar esto. También a los médicos que me atendieron y especialmente a mi familia… a mi esposa, que tuvo que bancarse la situación de movida.

-¿Cómo respondió toda la gente del fútbol?

-Muy bien. Tuve llamados telefónicos incluso de personas a las que he visto muy poco. Los compañeros de Español me apoyaron en todo momento y el club algo me va a ofrecer para que siga trabajando ahí. Y si la gente de Agremiados no se hubiera movido como lo hizo, no sé qué hubiera pasado. A las pocas horas de lo sucedido llamamos por teléfono y Ana (de la Obra Social) hizo todas las gestiones que hacían falta en ese momento. Me sentí muy respaldado por mi gremio en todo sentido. Y lo agradezco, por supuesto, porque siempre se interesaron por mi estado de salud, llamando o visitándome cuando estaba internado. Igualmente, no hablo solamente por lo que me ocurrió a mí. Antes de eso, en la revista de Agremiados yo siempre me fijaba y veía el trabajo que se hace en la Fundación para sumarle cada vez más herramientas al jugador, para darles a los chicos la posibilidad de tener un estudio o de terminar el que empezaron. En el fútbol uno no sabe lo que puede pasar y tiene que estar preparado. Lo hablé con los chicos más jóvenes en el club. Que vean que hay una variedad de cosas para hacer sin que eso les impida entrenarse y jugar. Hay tiempo para las dos cosas.

-¿Qué pensás hacer en el futuro?

-Tengo ganas de seguir ligado al fútbol. Por ahora quise estar cerca del plantel de Español. Los muchachos me quieren y me respetan, así que traté de ayudar desde ese lado. Tengo hecho el curso de técnico, que terminé el año pasado. Y si el club me ofrece algo, arrancar trabajando con chicos, para hacer experiencia, no estaría mal.