Campeones de la vida

06/05/14

 Ahora cuentan todo con naturalidad y con la certeza de saber que, tras momentos difíciles, el panorama ha cambiado. Pero sólo ellos (Javier Menghini y su esposa, Soledad) saben cómo y cuánto tuvieron que pelear ante una situación que surgió tras el esperado nacimiento del pequeño hijo de ambos, Santino, hoy de 5 años y protagonista central de esta historia de vida.
El nacimiento de Santino se produjo en Chipre, donde Menghini jugaba luego de hacerlo en Estudiantes, Godoy Cruz, Defensa y Justicia, Platense y el Everton de Chile. Y con el tiempo, el hoy defensor de Villa San Carlos y su esposa comenzaron a advertir algunas conductas del nene que los alertaron. Sin embargo, fue de regreso al país cuando se encontraron con un panorama más preciso de lo que sucedía. "En La Plata vimos a un neurólogo, tal como nos habían aconsejado en Chipre, y después de ciertos estudios nos dijo que el diagnóstico presuntivo era de Trastorno Generalizado de Desarrollo (TGD). Para nosotros, fue un impacto muy duro. Nos costó asimilarlo", relata Soledad. Y después de esos primeros momentos de incertidumbre llegó la hora de buscar salidas y de pelear...
Javier habló de esa etapa: "Para saber en qué parámetros estaba Santino había que hacer evaluaciones y estudios con costos que realmente no estaban a nuestro alcance. Conversé con Sergio Marchi, le conté lo que ocurría y desde el primer día la respuesta del gremio fue la misma en cada uno de sus eslabones. Nunca hubo un no. Todo lo que estuvo al alcance, se hizo, por eso sólo tenemos palabras de agradecimiento. Podría nombrar uno por uno, porque en estos tres años nos han contenido, ayudado y allanado caminos, pero si me olvido de alguien sería injusto. Desde los muchachos de la parte gremial, pasando por la delegación La Plata y por el personal de la Obra Social, en Agremiados todos nos tendieron su mano".
A partir de entonces, Santino participó de distintas terapias que derivaron en lo esperado. "Hoy es otro nene... la evolución ha sido impresionante",dice Javier. "La notoria mejoría se ve especialmente en la relación con los otros chicos y en la comunicación", agrega Soledad. Y aunque habrá que potenciar esta realidad tan distinta a la de años atrás, nos sentimos felices cuando vemos cómo esta vez el amor y el esfuerzo ganaron una batalla. Los frutos de la tenacidad de los Menghini son el premio perfecto por no bajar los brazos